Que cada vez tengo menos tiempo libre es un hecho innegable. Y no solo porque realmente me falte tiempo, es que además me cuesta prestarle atención a un mismo juego durante horas como había hecho siempre. Supongo que muchas veces los juegos más nuevos me resultan meras copias de juegos que ya he jugado antes y me aburro más rápido… o que poco a poco uno pierde la capacidad de ser sorprendido.
O que pongo el listón muy alto, no se, que todo puede ser.
El caso es que no juego todo lo que me gustaría, pero intento mantenerme al día y a la vez repasar juegos que no toqué suficiente en su momento.
Este es el caso, por ejemplo, del último juego de larga duración que volví a empezar hace poco menos de un mes: Final Fantasy XII. Un juego que compré nada más salir (junto a su enorme guía de juego) y que nunca he sido capaz de terminar. Y hoy por hoy, tras unas 60 horas de juego… dudo que realmente llegue a terminarlo.
Si bien es un juego con muchas virtudes, me parece que la idea de fondo no es lo suficientemente interesante. Hay que tener en cuenta que el juego anterior de la saga fue un multijugador online, y este juego es básicamente lo mismo pero para un solo jugador. El problema está en que el típico farmeo al que te somete un mmo para mantenerte enganchado y pagando no resulta tan divertido cuando el único que va a ver el resultado eres tú. En un mmorpg clásico, puedes dedicarte a este tipo de tareas repetitivas con el objetivo de, por ejemplo, mejorar tu equipamiento para poder utilizarlo en desafíos más duros. Esto suele estar ligado a actividades grupales (ya sean raids o algún que otro combate especial), con lo que ya tienes alguien que en cierto modo depende de ti (o simplemente quieres demostrar que eres mejor que los otros). Sin embargo, en FFXII el único con el que puedes interactuar eres tú mismo. No hay nada más que la sensación de autosuperación inherente a acabarte un juego.
Bueno, eso y el tirón que pueda tener la trama para impulsarte a descubrir como sigue. Lamentablemente, en este caso, no es un aliciente para mi. Sin hacer spoilers, solo diré que la historia ha tardado tanto en coger impulso que no me importa lo más mínimo como pueda acabar. Y si a eso le sumamos que el protagonista es el personaje menos interesante del juego, pues…
Por otro lado, el otro día llegó hasta mi un juego llamado Clicker Heroes. Se trata de un juego al estilo Cookie Clicker, pero en vez de hacer galletas, eliminamos enemigos. Clicker Heroes sigue al pie de la letra las bases sentadas por el juego de las galletas y por otros idle-games anteriores (como Progress Quest): hacer click con el ratón o dejar pasar el tiempo hasta que tengamos el dinero suficiente para comprar mejoras que aumenten el dinero recibido por click o por dejar pasar el tiempo.
Si os estáis preguntando que qué tiene de gracia, es normal. Yo tampoco lo comprendo mucho, pero el caso es que es… divertido. Yo soy de los que les gustan las cifras y los números, y me entretiene intentar calcular mentalmente que mejoras optimizan mejor mi tiempo, como si realmente supusiese algo. Y total, es un juego que se puede «jugar» dejándolo correr en segundo plano y echando un ojo cada hora.
Lo que más me ha llamado la atención, sin embargo, es la adición de micropagos para avanzar más rápido en el juego. Se pueden comprar unas gemas que luego se pueden gastar en, básicamente, avanzar muy rápido en el juego. Un Pay to Win en toda regla… pero como el juego no tiene ningún tipo de interacción entre jugadores, realmente no ganas a nadie. Quizás pierdas menos tiempo, pero quitando eso… si quieres pagar, no te sientas mal. Es un poco como hacerte trampas a ti mismo, pero es que si el dinero es tuyo y tu tiempo también, ¿a quien le importa lo que hagas?