He de reconocer que me adentré en The Witness sin una pizca de contaminación previa: había oido de la existencia del juego y sabía que estaba dando mucho que hablar, pero no sabía ni de que iba ni a que género pertenecía ni nada. Los pocos pantallazos que si que habían pasado mi filtro de desinterés me mostraban unos parajes tremendamente luminosos de algo parecido a un bosque, o una playa, o yo que se que clase de paraje natural aleatorio.
Es una suerte que nada más entrar a jugar me encontrase con que este juego no es otro walking simulator que tan de moda están ahora. Resulta que The Witness es un juego de puzzles. Y así te lo deja claro desde la primera pantalla que ves al comenzar a jugar.
Mi reacción fue supongo que la típica ante esta pantalla. Probar teclas y ratón y ver que pasaba. Vale, tiene controles de FPS normal. Andando, llegas hasta la parte iluminada y te encuentras con… esto:
Una… ¿puerta? Con un panel brillante. Al intentar hacer click con el ratón descubres que los controles se bloquean y el cursor aparece en pantalla. Y a partir de ahí, el juego es capaz de mostrarte el funcionamiento básico de los puzzles sin usar ni una sola palabra. Y como quiero que experimenteis por vosotros mismos esa sensación que se tiene cuando se te abre un chakra y ves la luz, no voy a decir nada más sobre como se juega. Parte del encanto del juego es esta experiencia de descubrimiento y maravilla al encontrar la forma de avanzar, da igual que sea porque la vas buscando o porque la solución te encuentra a ti.
Tan solo diré que el progreso del juego nos llevará a explorar una isla totalmente desierta, pero que parece dividida en varios ambientes: hay una playa, un bosque de árboles de tonos anaranjados, una fábrica de cristal, un poblado en las copas de una selva tropical, un pueblo abandonado, un invernadero… En cada uno encontraremos paneles similares al de la primera puerta de todas, a los que se irán añadiendo mecánicas y elementos que harán que las soluciones sean más complejas, hasta hacernos reventar la cabeza. He de admitir que yo necesité una guía en una decena de ocasiones… Pero bueno, si consideramos que en mi partida completada he resuelto más de 450 puzzles diferentes, creo que no es una mala cifra.
Hay que agradecer que The Witness sea un juego tan agradable visualmente hablando, porque incita a seguir jugando: la exploración del entorno es entretenida, y hay multitud de detalles que llaman la atención mientras buscas nuevos puzzles. Cada recoveco puede ocultar un secreto, una vista espectacular, un doble sentido… como muestra, quiero mostraros una instantánea de una zona que, en principio, no tiene nada de especial: Por toda la isla encontraremos algunas estatuas de piedra de humanos o animales, palomas posadas en las barandillas de esta fabrica abandonada. A nuestra izquierda, dos enormes ventanales dejan pasar la luz del sol que permanece fijo en el firmamento. Pero sin embargo, si nos movemos y miramos en la dirección adecuada…No entiendo el significado de esto, pero el caso es que está en el juego, y es algo que no puede ser casual. Pero esperad, mirad lo que pasa si nos colocamos en el otro ventanal de la izquierda…
El juego esta lleno de pequeños detalles que rozan la incoherencia. Hay pequeñas grabadoras dispersas por el mapeado con pequeñas disertaciones sobre ciencia y filosofía. Puzzles ocultos donde no debería haber nada y que se revelan sin querer. Secretos dentro de los secretos.
Pero entonces… ¿es divertido?
Pues depende. Es un juego donde no hay apenas una pizca de acción y no puedes morir de ninguna manera… pero los puzzles son muy complicados. Más de una (y de dos, y de tres) de las mecánicas son complejas por naturaleza, y aunque el juego no hace más que ponernos trampolines para dar los saltos de lógica requeridos, a veces no será suficiente y podemos quedarnos atascados durante horas en un mismo panel. Pero a pesar de todo, recomiendo muchísimo esta experiencia, que incluye uno de los mejores diseños de juego que he visto en mucho tiempo. The Witness es un juegazo que puede que no guste a todo el mundo, pero que merece la pena probar para ver hasta donde consigues abrir tu mente.